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sábado, 9 de enero de 2010

Péguele con la revelación

Por Kenneth Copeland

La revelación invadió tanto el alma de David que el diablo no pudo hacer nada para quitársela.
Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastorerá.
– Salmo 23:1-2
¿Alguna vez se ha puesto a pensar cómo un joven pastor como David pudo convertirse en un hombre conforme al corazón de Dios y tan fuerte espiritualmente que Dios lo escogió para ser el rey de Israel? Yo lo he pensado. De hecho, le pregunté al Señor acerca de ello, y me mostró que la revelación fue la que convirtió a David en un hombre espiritualmente poderoso: la revelación que recibía durante sus muchas horas de meditación en las cosas de Dios. Me imagino que el día en que escribió el Salmo 23, David estaba meditando en la bondad de Dios y cantándole alabanzas. Él estaba teniendo comunión con Dios cuando, de repente, el Señor le ungió y David exclamó: "¡Jehová es mi pastor!" Sin duda se acordó de las ovejas que cuidaba cuando era jovencito: "Me enfrenté a la muerte por esas ovejas. Las guíe a lugares de pastos verdes y de aguas frescas, limpias y tranquilas". Continuó meditando en esas cosas y se llenó de emoción: "Cuando me enfrenté al león y al oso, ¿no dispuso Dios una mesa delante de mí en la presencia de esos enemigos? El me dio la vic¬toria. ¡Mi Dios! ¡Mi Dios peleará por mí! "Jehová es mi pastor; nada me faltará".
Esa revelación invadió tanto el alma de David que el diablo no pudo hacer nada para quitársela. Por eso, cuando Goliat estaba burlándose de Israel, David salió a pelear contra él. Todos los israelitas le tenían miedo a Goliat, excepto David, porque en su ser había una revelación que decía: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo". Esa revelación le dio a David el valor y el poder no solo para decir: "yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos", sino también para incrustar una piedra en la cabeza del gigante.
Si el diablo anda buscando cómo destruir su vida, haga lo que David hizo: medite en Dios y en su Palabra, cante alabanzas al Rey y tenga comunión con el Señor hasta que la revelación de quién es Cristo en usted empiece a inundar todo su ser.
Luego, dígale al diablo: "Tú no vas a hacerme daño, porque Jehová es mi pastor". Péguele con la piedra del conocimiento revelado y lo dejará fuera de combate.
Cómo vencer al gigante Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
– 1 Samuel 17:26
Quizá hoy usted esté haciendo frente a un gigante en su vida; quizá sea una enfermedad, un fracaso o una mala situación económica gigantezca o algún otro tipo de gigante.
Pero no se asuste por ese gigante en su vida, porque usted tiene un arma secreta. Es la misma arma que una vez convirtió a un joven pastor en un campeón y matador de osos, de leones y de gigantes. Esa arma era el pacto de sangre que él tenía con el Dios Todopoderoso.
En los días de David, la circuncisión era la señal de ese pacto. Por eso, cuando David dijo que Goliat era un filisteo incircunciso, quiso decir: "Este hombre puede ser un gigante y puede ser muy fuerte, pero no tiene ningún pacto con Dios, y por eso puedo matarlo".
Al igual que David, usted también tiene un pacto, solo que el suyo es mejor. El pacto que David tenía otorgaba muchas bendiciones a quienes lo guardaban, pero también incluía maldiciones a quienes no lo guardaban.
Pero su pacto no es así, porque es el pacto nuevo que Jesús compró con su propia sangre. Ese pacto no depende de lo que usted pueda hacer, sino depende solo de lo que Cristo ya hizo por usted. Él ya lo hizo todo. Lo único que usted tiene que hacer es creer en ese pacto y aceptarlo.
Lea Deuteronomio 28:16-68, donde encontrará la lista de las maldiciones de las cuales Cristo lo ha hecho libre. Es más, podría llamarse la lista de los gigantes que Jesús destruyó, e incluye toda maquinación que el diablo podría utilizar contra usted para tratar de destruir su vida. Léala, y regocíjese porque Dios le ha sanado y librado de esas cosas.
No se deje intimidar por ningún gigante de la vida. Usted tiene un pacto de sangre con el Dios Todopoderoso. No hay ninguna situación "incircuncisa" sobre la faz de la tierra que pueda quitarle su victoria. Gálatas 3:13-29
Dios te bendiga.

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