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lunes, 4 de enero de 2010

Bautismo

El único bautismo bíblico

es “para perdón de los pecados” .

Estimado ministro de Cristo, que se identifica como “evangélico” o “pentecostal”, usted ya sabrá que el único bautismo bíblico es por inmersión y en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero, ¿se ha dado cuenta de que el bautismo bíblico también tiene un propósito divino y bíblico ? ¿Ha escudriñado objetivamente Marcos 16:16; Hechos 2:38; 22:16; 1 Pedro 3:21 y textos semejantes? La clara enseñanza es que el bautismo mandado por Dios es “para perdón de los pecados” . Desde luego, el poder purificador tiene su origen en la sangre derramada por Cristo en la cruz. Con todo, es imprescindible que el pecador obedezca la voluntad de Dios para que el sacrificio expiatorio del Señor se haga efectivo, y la voluntad divina es que el pecador, al arrepentirse, se bautice “para perdón” . Bautizado bíblicamente y perdonado es añadido por Cristo mismo a la iglesia que el Señor mismo edificó (Hechos 2:47; Mateo 16:18). El Espíritu Santo nos enseña en Romanos 6:3-8 que somos sepultados en la muerte de Cristo mediante el bautismo. Después del bautismo, y no antes de bautizarnos , comenzamos a andar en novedad de vida, habiendo Dios borrado nuestros pecados. Al bautizarnos bíblicamente recibimos “el lavamiento de regeneración” (Tito 3:5). Bien puede el alma arrepentida dejar de pecar antes de bautizarse. Sin embargo, no puede deshacerse de la culpa del pecado hasta no cumplir el propósito de Dios en el bautismo. Dios es quien establece esta condición, y no teólogo, maestro o predicador alguno. ¿Quién se atreve a anularla?

Observamos que infinidad de predicadores y maestros, la mayoría sincera y bien intencionada (presumimos), fueron enseñados que el bautismo no es “para perdón” . Abrazaron la enseñanza, creyendo las explicaciones dadas, y asimismo la propagan, llenando al mundo de una doctrina que se opone al propósito que Dios mismo fijó para el bautismo. ¿Cómo justificar semejante anomalía peligrosa? A consecuencia de su acción, ¡no tienen el bautismo que es “para perdón” ! No lo tienen, ni lo enseñan . Es más, predican que el bautismo no es necesario para perdón, denegando a las almas que les escuchan la información bíblica correcta e impidiendo que reciban el bautismo bíblico. ¡Nunca predican el bautismo de la Gran Comisión! “El que creyere, y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). El bautismo de la Gran Comisión precede la salvación. ¿Lo predica usted así? ¿Suele usted repetir estas dos condiciones para perdón estipuladas por Cristo en la Gran Comisión, o acaso proclama una sola, la “fe sola”, que el pecador se salva por “fe sola”, sin bautizarse? Todo maestro que tergiversa los mandamientos del Señor recibirá “mayor condenación” (Santiago 3:1).

“¡Ah, pero el ladrón en la cruz fue salvo sin el bautismo!” ¿Bajo cuál testamento espiritual vivió aquel ladrón arrepentido? Bajo el Antiguo, ¿no? El Nuevo Testamento, con su mandamiento explícito de bautismo para perdón, no entró en vigor hasta después de la muerte del testador, Jesucristo (Hebreos 9:15). La Gran Comisión de Mateo 28:18-20 y Marcos 16:15-16 fue proclamada después de la muerte y la resurrección del Señor . ¿Se da cuenta usted? Procure encontrar en el Nuevo Testamento siquiera un ejemplo de quien se salvara antes de bautizarse. ¡No existe!

“¡Bendito, pero hay enfermos, accidentados y moribundos que aceptan a Cristo, aun en el lecho de la muerte, y no pueden sumergirse en agua! ¿Se perderán?” Dejemos los juicios a Dios quien es grande en misericordia sabiendo evaluar todas las circunstancias de semejantes casos. Lo lógico, lo cierto, lo irrefutable es que tales casos no invalidan el claro mandamiento de Cristo de bautizar “para perdón”. ¿La excepción anula la regla? ¡Imposible! Todo “buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6) piensa, sin duda, de la manera siguiente: “Yo voy a bautizar de acuerdo con el plan y el propósito de Dios. Voy a zambullir a los pecadores en agua para perdón de los pecados, como los apóstoles mandaron en Pentecostés, conforme al relato en Hechos 2:38, y para que sean borrados sus pecados, como Ananías instruyó a Saulo de Tarso, según Hechos 22:16. Voy a bautizar enseguida a toda alma que venga arrepentida, siguiendo el ejemplo del apóstol Pablo y de Silas, de acuerdo con Hechos 16:33, sin ponerle trabas humanas tales como clases de candidato. Voy a bautizar como se me manda en Mateo 28:18-20, es decir, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Anunciaré a todos que el bautismo ahora nos salva, palabras inspiradas del apóstol Pedro en su primera carta, el capítulo tres y el versículo veintiuno. Siempre proclamaré las condiciones exactas de la Gran Comisión. No las denegaré ni las pasaré por alto simplemente porque algún enfermo no pudiera llegar al agua para bautizarse. Dios tendrá misericordia de que tenga misericordia, pero una cosa tengo por segura: la persona en salud, o aun enferma, que puede llegar al agua, debería bautizarse tan pronto se arrepienta haciéndolo para perdón de sus pecados en cumplimiento del propósito establecido por Dios”. ¿Es usted “bueno ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina” ? ¿O acaso falso ministro que cambia la buena doctrina, alterando planes y propósitos divinos?

Todo ministro competente del Nuevo Testamento (2 Corintios 3:6-18) es bautizado de acuerdo con el plan y el propósito de Dios, y bautiza de acuerdo con el plan y el propósito de Dios. Sin duda, todo ministro dará cuenta a Dios de cómo bautizaba y con qué propósito. Los propósitos de Dios hay que respetarlos y seguirlos. ¿Seremos tan atrevidos como para cambiarlos?

Estimado ministro, ¿tiene usted mismo el bautismo que es “para perdón” y para ser añadido a la iglesia edificada por Cristo? ¿Administra usted el bautismo conforme al propósito divino? Respetuosamente, le suplicamos analice su propio bautismo. De no haber sido bautizado “para perdón” , ¿por qué no procurar el bautismo bíblico? Al hacerlo, tendrá total seguridad de haber acatado cabalmente, con pleno entendimiento bíblico correcto, la voluntad de Dios. Bautizado usted mismo bíblicamente, podrá bautizar de la misma manera a toda persona arrepentida.

Fuente:Editoriallapaz

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